¿O aquello?

Hace un tiempo creo que me di cuenta de lo que implicaba ‘hacerse mayor’: tomar decisiones. Y decisiones importantes, no los toppings para el yogur helado -¡me encanta!- que me tomé el domingo con él en mi tierra. Cuando estaba en primaria quería pasar a la ESO, luego a bachiller para dedicarme más a las letras y dejar los números y luego la carrera. Pero ahí ya empezó a complicarse el asunto. Mientras estaba en mi ‘área de confort’ estipulada por la ley en la que tenía unos plazos controlados iba bien la cosa (6 años de primaria, 4 de secundaria, 2 de bachiller, 4 de carrera… ¿y luego?). El hecho de no tener la red de seguridad de saber dónde iba a estar el próximo año me generaba cierta ansiedad y de hecho en numerosas ocasiones hablaba en el último año de carrera que me acercaba a un precipicio en el que no sabía lo que iba a pasar. Pero tenía un as en la manga…

Decisiones

Decisiones

Así pues… ¿Cómo toma las decisiones ella?

Yo no soy tan metódica como él y por eso no sabría establecer un orden por puntos como el suyo (de hecho, me apropio de su plan en muchas ocasiones) pero intentaré dar algunas pinceladas que ilustren qué cosas tengo en cuenta para decidir algo.

  • El as en la manga: como decía, cuando acabé la carrera tuve que tomar la decisión de irme a otro país, buscar trabajo o seguir con mi formación… como todos los de mi promoción, podría decir. Sin embargo, yo tenía ‘algo’ que me tranquilizaba, que me hacía confiar, y es que al final de mi precipicio había una red que sabía que no me haría caer. Y esa red era la fe, la confianza de saber que como hija de Dios, Él no iba a apartarse de mí, tomara la decisión que tomara.
  • Déjate sorprender: sin embargo, para ese año Él me tenía preparado algo que yo nunca hubiera imaginado, algo que no entraba para nada en mis planes, pero que hubiera hecho que, tomara la decisión que tomara, volviera a casa. Podría haberme enfadado, rebelado… pero sabía que si en ese tiempo Él me pedía estar en casa iba a ser para bien. Así pues, prepárate para las sorpresas de Dios, aunque al principio no las entiendas y no te gusten (en mi caso fue la enfermedad de mi abuela), de ahí él saca cosas buenas (conocer a él), pero hay que saber esperar y ser conscientes de que nuestro campo de visión es muy limitado comparado con el Suyo.
  • Invierte más tiempo en rezar que en pensar: actualmente también tengo que decidir cosas importantes que probablemente definan mis próximos años sobre la faz de la tierra y el otro día que estuve un poco desconectada, él me preguntó qué hacía y yo le dije que pensar, a lo que me respondió que en vez de pensar tanto, que rezara más, a ver qué decía Dios ante esta situación. La verdad es que no ha caído un rayo fulminante a mi lado que me revele qué hacer y de hecho aún no lo tengo decidido, sin embargo, abrir el oído y el corazón a la Palabra (¡que está viva!) me está ayudando mucho en este tiempo.
  • No preocuparse, no se acaba el mundo: este punto quizá me lo tengo que tatuar porque soy experta en pre-ocuparme de las cosas a pesar de que constato que cuando se cierra una puerta, se abre una ventana (como dice la canción) y que el Señor hace como Google Maps, cuando te equivocas de ruta te reconduce. De nuevo tengo que repetirme ¡ten fe! y recordar el pasaje de Mateo 6, 24-331, mira las flores del campo, las aves del cielo, cómo no les falta de nada, su Padre las viste y alimenta, así pues… ¿cuánto más hará por nosotros?
  • No tengas miedo: hay decisiones que asustan porque quizá implican un gran cambio, salir de tu comodidad, irte a varios km de casa… ¿pero qué sería la vida sin esa emoción? Hay cosas que he hecho en esta vida que ahora las pienso y no me creo que haya sido capaz de hacerlas por miedo, vergüenza, por el qué dirán… pero sé que si no las hubiera hecho, me habría arrepentido toda la vida. Así que, como pone en mi libreta que me acompaña en los viajes: ¡que me quiten lo bailao! Da el paso y si ese paso implica arriesgarte por Él, pisa fuerte ¡seguro que es con mucho lo mejor y no defrauda!

Nota 1 – «Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero. «Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.» Mateo 6, 24-33.

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4 comentarios

  1. Me agradan ésas dos visiones que aunque separadas llevan a la misma conclusión: la centralidad de Dios en nuestras decisiones.

    • ¡Exacto Iván! Al final, de un modo u otro no debemos perder de vista lo más importante, gracias por comentar, la paz!

  2. Dejarse sorprender, justo lo ha dicho hoy el Papa Francisco en sus intenciones para el mes de Abril por los jóvenes… Me encanta.
    Mas oración, menos preocupación, como las aves y las flores, Amen, Amen, Amen.

    • Hola Irina, es cierto, debemos hacernos como niños pequeños, que se sorprenden por todo bajo la mirada de su padre. Gracias por comentar y nos unimos en oración a estas intenciones del Santo Padre, la paz!

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