El embarazo más importante

Desde que nos casamos, he estado embarazada varias veces… lo más curioso es que ni yo ni mi marido nos hemos enterado. Ahora mismo, por ejemplo, para algunas personas estoy embarazada ¡y yo sin saberlo!

Debo reconocer que las primeras veces que «estuve embarazada» me sentaba fatal y tuve alguna mala palabra con la persona que me felicitaba (discúlpenme), pero después de disgustos innecesarios, ahora me lo tomo hasta con humor. Y cálmense, habrá comunicado oficial si algún día Dios nos concede la gracia de ser padres.

Total, que hace un rato, mientras tendía en la azotea (ese lugar que tanto me inspira) estaba dándole vueltas a esto del embarazo ficticio y he pensado… la gente no se entera, yo no estoy embarazada…

¡la que está embarazada es María!

Fíjate tú… la gente preocupada de si estoy o no embarazada y se le escapa el embarazo más importante de la historia de la humanidad ¡del que nacerá el Hijo de Dios! 

Y no recrimino a nadie, porque entre tanto regalo, tanta lucecita y tantos adornos, es sencillo que se pierda de vista lo que es importante, lo que estamos celebrando. ¡A mí también me pasa! A veces entras en la espiral de comprar, comprar, y acabas enredado sin saber qué estás celebrando.

De hecho, no sé si os lo conté ya, pero hace un tiempo tenía que hacer un diseño de una felicitación navideña con muchos requisitos, entre ellos, ninguna alusión a la Navidad, por supuesto, nada religioso, para no herir sensibilidades. ¿Qué felicitaba entonces? ¿Dos semanas de vacaciones by the face? ¡Felices dos semanas sin ir a clase! 

Es un poco raro, ¿verdad? Es como si fuéramos a celebrar un cumpleaños por todo lo alto sin el cumpleañero. ¡Nada tendría sentido! Y es que precisamente lo que hace que haya fiesta es la persona que cumple años, en este caso, Jesús, hecho un bebé que se deja arrullar. Sin embargo, en muchos casos hemos desplazado al cumpleañero y hemos coronado a cualquier cosa que nos han vendido. Hemos endiosado al consumismo.

Así que la entrada de hoy viene a decir ¡despertad! tenemos que prepararnos para el acontecimiento más grande de la Historia. Estad atentos, porque esa noticia no se dará en prime time, esa buena noticia se revela a los sencillos de corazón, a los humildes, como a los pastores que velaban por turnos al rebaño aquella noche Santa. Así pues, ¡estad en vela! Dios todo lo hace nuevo, y, si nos dejamos, podemos experimentar que Jesús nace en nuestro corazón, renovándolo, llenándonos de su Amor, colmando nuestros más profundos anhelos, hasta límites que no podemos ni imaginar. ¡Eso sí que es una buena noticia!

¡Feliz Natividad del Señor! 

Marcar como favorito enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Al dejar un comentario "Una historia de tres" recopila los datos que se muestran en el formulario de comentarios, así como tu dirección IP y la cadena de agentes del navegador para ayudar a la detección de spam. La finalidad de estos datos es únicamente mostrar su comentario en el sitio web, por ese motivo el comentario y sus metadatos se conservan indefinidamente. Puede contactar con nosotros en cualquier momento para solicitar la retirada o modificación de su comentario.