La La Land es una película-musical romántico que fue estrenado en el año 2016, y que ella y yo fuimos a ver al cine, pues la crítica era muy buena. Si no la has visto, te invitamos primero a comprar la película y verla, pues en este artículo hay algún que otro spoiler. Como sabréis los que la habéis visto, al final de esta película se hace un flashback con lo que podría haber sido y no fue. Y este es el final perfecto para el argumento perfecto, más allá de los tópicos y deseos románticos de algunos, entre los cuales está ella, que habrían preferido hacer de ese flashback el verdadero final de la historia. Y el por qué de esto es el motivo de que escriba este artículo y de mi recomendación para ver la película.

La La Land
La vida está llena de decisiones y muy pocas de ellas son decisiones trascendentales, pero a la vez todas lo son. En la película se nos muestra cómo las pequeñas decisiones concretas del día a día en el que los protagonistas ponen sus intereses personales y profesionales por encima de la relación que mantienen y del otro, acaba con la propia relación y los separa irrevocablemente. Y eso con mucho romanticismo, bailes, y grandes declaraciones de un amor que se demuestra, en la práctica, vacío. Y el flashback final nos cuenta cómo cambiando esas pequeñas decisiones y poniendo al otro primero, como hace un verdadero amor, su historia transcurre de forma completamente diferente y mejor.
Y esto los cristianos debemos tenerlo siempre presente en nuestra relación con Dios y con el otro, pues como dice San Pablo1 todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo. Por eso, para mantener la fe conviene prestar atención a esas pequeñas decisiones que parecen irrelevantes, y elegir primero siempre a Dios en ellas. Pues en caso contrario un día, sin saber cómo, todo acabará en nada. Y lo mismo vale para la relación matrimonial, por ejemplo, que muchas veces es difícil por cosas tan «insignificantes» como las tareas del hogar, las manías de cada uno, y los tiempos «para uno mismo» que ignoran a la familia.
En definitiva, película muy recomendada, y reflexión muy necesaria. ¿Y tú? ¿Cómo lo ves?
Nota 1 – «Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo». Filipenses 3, 8.