El dinero es siempre una fuente recurrente de problemas, así que hoy os traigo un tema en el que ella y yo discrepamos un poquito… ¿Ahorrar o no ahorrar? ¡Esa es la cuestión! Por la experiencia que tenemos de diversas situaciones de la vida, estamos de acuerdo con la Iglesia en que, como dice el catecismo, el desprendimiento de las riquezas es necesario para entrar en el Reino de los cielos1. Pero conviene reflexionar hasta qué punto ha de darse ese desprendimiento. ¿Vale con dar un eurito al pobre de la puerta del super?

El desprendimiento es esencial
En mi opinión, creo que no es suficiente. Es más, creo que no conviene ahorrar, salvo quizás para algún gasto muy puntual que sabemos que va a ocurrir a corto plazo de forma absolutamente segura (lo cual más que un ahorro es un pago a plazos por adelantado). He conocido a personas que ahorran «para el día mañana»… ¡Incluso con más de 70 años! A otras que empiezan a ahorrar cuando nace un hijo, para «sus estudios», muy lejanos en el tiempo… ¡Y al final no lo han usado y ahí sigue! Y a otras ahorrar «para tener un buen colchón» o «por lo que pueda pasar», haciendo un montón respetable que siempre crece y nunca se gasta. Al final, cada uno con lo suyo que haga lo que quiera. Sin embargo, esas actitudes en católicos demuestran, en mi humilde opinión:
- Una demostración de una poca o nula confianza en Dios que provee a nuestras necesidades como cualquier otro padre, y que dijo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. Así que no os preocupéis del mañana2.
- Una muestra clara de idolatría pues, como dijo Jesús, nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero3.
- Una grave falta de caridad, no solo con los pobres, sino también con familiares y amigos que viven cerca de nosotros y lo están pasando mal. Efectivamente, el catecismo nos dice que la limosna hecha a los pobres es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios4.
- Y, finalmente, un anti-testimonio de vida católica, pues como dice Cristo: si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente5. Y por eso, las Escrituras recomiendan: da tu pan al hambriento y de tus vestidos al desnudo. Haz limosna de todo cuanto te sobra; y no tenga rencillas tu ojo cuando hagas limosna6. Y quizás las letras no son lo mío, pero por todo, yo entiendo todo.
Comentar además que, como dice San Pablo, no se trata de que paséis apuros para que otros tengan abundancia, sino de procurar la igualdad7. Y así he procurado vivir yo (él) y, con una administración estricta y diligente… ¡No me ha faltado de nada! Pues Dios ha estado siempre, a través de un trabajo u otros medios, dándome todo lo necesario para vivir. Y la libertad, tranquilidad, paz y sobriedad que te da el vivir como invita la Iglesia son simplemente maravillosas. ¿Y tú, querido lector, qué opinas al respecto? ¿Cómo de importante te parece vivir con Fe y confianza en Dios en este tema? Podéis encontrar también una ferviente invitación a la limosna, propia del cristiano, en el artículo que publicamos hace un tiempo llamado «Las personas invisibles«.
Finalmente, me gustaría hacer un apunte sobre las deudas, un tema muy relacionado con el del ahorro, del que San Pablo dice: Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor8. Por eso, igual de importante que no ahorrar es no tener más deudas de las estrictamente muy necesarias. Así pues, por ejemplo, en mi opinión es mejor alquilar un piso que comprarlo, y más con la movilidad laboral que existe hoy en día. Al final, se trata simplemente de aprender a usar dinero, y no de que el dinero te use a ti.
Nota sobre el Artículo
Parece ser que no me he explicado correctamente en el artículo, por lo que me gustaría aclarar algunos puntos sobre el mismo, en atención a comentarios de varias personas.
- En el artículo no se busca juzgar a nadie ni decir que no hay otras formas de vivir la pobreza evangélica, pues sólo cada uno y Dios mismo conocéis vuestras intenciones y vuestro fuero interno. Por eso estoy seguro que todos los que nos leéis vivís siendo las mejores personas posibles, al igual que yo y que todos. El artículo simplemente quiere invitar a reflexionar sobre el tema presentando un punto de vista diferente al del resto de la sociedad, que mucha gente ha seguido a lo largo de la historia.
- En el artículo no habla de derrochar y vivir perdidamente, sino de no ahorrar para que con eso que uno se iba a guardar se pueda ayudar a los que lo necesitan que, desgraciadamente, no son pocos. Todos conocemos personas que lo están pasando mal, o incluso quizás somos de esas.
- El que lo ha escrito también ha pasado situaciones difíciles y ha visto que Dios ha provisto a través de otras personas generosas. Se trata de hacer lo mismo en sentido contrario llegado el momento. Por eso, el artículo únicamente busca la reflexión del lector.
- La palabra de Jesús es clara al respecto y podéis leerla en Mateo 6, 25-34; en Lucas 12, 15-34; en Lucas 21, 1-4; y en Marcos 10, 17-31 entre otros. Igualmente, la Iglesia Católica declara como obligatorio el desprendimiento en el catecismo número 2544, pues es difícil que haya «pobreza de corazón» si no se da al menos una necesaria sobriedad «material».
Por otro lado, los Santos también son muy claros al respecto, como podemos ver en estos ejemplos de escritos que nos dejaron hablando a personas normales como nosotros (a excepción de San Francisco de Asís):
- San Francisco de Asís: Todos los hermanos empéñense en seguir la humildad y pobreza de nuestro Señor Jesucristo, y recuerden que ninguna otra cosa del mundo entero debemos tener, sino que, como dice el Apóstol: teniendo alimentos y con qué cubrirnos, estamos contentos con eso.
- San Juan Crisóstomo: El dueño y artífice del universo dice: “Tuve hambre y no me disteis de comer.” ¿Qué corazón, así fuera de piedra, no se conmoverá con esa palabra? Tu Señor anda por ahí muerto de hambre y tú te entregas a la gula. […] Él anda por ahí aterido de frío, y tú te vistes de seda y no le vuelves la vista, ni le muestras compasión, sino que pasas despiadadamente de largo. ¿Qué perdón puede merecer semejante conducta? […] “Mas algo he dado”, me dices. Pues no hay que dejar nunca de hacerlo. Sólo tendrás excusa cuando nada tengas, cuando no poseas un óbolo.
- San Basilio Magno: Consta que tú posees muchas riquezas. ¿De dónde te vienen? Evidentemente, de que has preferido gozar tú solo de ellas antes que socorrer con ellas a muchos. Luego en la medida que abundas en riquezas, en esa misma estás escaso de caridad. […] En recompensa por haber administrado rectamente unos bienes corruptibles, recibirás la gloria eterna, la corona de justicia, el reino de los cielos. Y todo esto te tiene sin cuidado, y por el afán de los bienes presentes menosprecias aquellos bienes que son el objeto de nuestra esperanza. Ea, pues, reparte tus riquezas según convenga.
Para terminar, pido perdón si alguien se ha sentido ofendido o juzgado, pues no es esa la intención del artículo. Y, en cualquier caso, os agradecemos que nos leáis y esperamos que algo de todo esto os pueda ayudar en vuestra vida. Recordemos que tenemos un Dios que es Padre y que todo lo puede, como decimos muchas veces en el Credo. ¿Cómo no nos va proveer todo lo necesario para vivir? ¡Qué gran alegría!
Nota 1 – Catecismo de la Iglesia Católica, 2556.
Nota 2 – Biblia de Jerusalén. Mateo 6, 25b.33-34a.
Nota 3 – Biblia de Jerusalén. Mateo 6, 24.
Nota 4 – Catecismo de la Iglesia Católica, 2447.
Nota 5 -Biblia de Jerusalén. Lucas 6, 34
Nota 6 -Biblia de Jerusalén. Tobias 4, 16
Nota 7 – Biblia de Jerusalén. 2 Corintios 8, 13.
Nota 8 -Biblia de Jerusalén. Romanos 13, 8a.
Me han gustado mucho las citas de los Santos! No las conocía y son tan claras!!
Saludos Verónica.
Los Santos tienden a ser claros siempre.
Nos alegramos de que le gusten las citas.
Dios la bendiga.
La paz. Él.