La mocadorà

La mocadorà es una celebración de los enamorados valenciana, celebrada el 9 de octubre en honor a San Dionisio de París, de la que yo no conocía su existencia. Pues aprovechando esta tradición que ella si conocía pero que nunca había disfrutado con su pareja, le hice un regalo que no creo que vaya a olvidar.

Para ello necesitas los siguientes ingredientes, que puede conseguir de forma sencilla en casi cualquier supermercado:

  • Bote de claras de huevo pasteurizada. Usaremos una clara y media.
  • 500 gramos de azúcar glass. No vale el azúcar normal.
  • 500 gramos de almendra molida o tamizada. La venden en una bolsita.
  • Pack de colorantes alimenticios. Los colores que no estén se pueden hacer mezclando los básicos como si fueran pinturas.
La mocadorà

La mocadorà

Ahora simplemente vertemos en un bol muy hondo el azúcar y la almendra, lo mezclamos bien mezclado con una varilla de una batidora. Después echamos la clara y media y lo amasamos con la mano mezclándolo todo bien hasta que se quede una pasta parecida a la plastelina. Debería estar más seca que mojada, en caso contrario puedes añadir un poco más de azúcar. Se deja reposar una hora o así, y luego la divides en varios trozos y echas una gota de colorante en cada uno. Vuelves a amasar y se hará la pasta de color. Finalmente debes hacer a mano las formas de las frutas.

Sinceramente, a mi me salió bien al segundo intento, pues soy un negado para la cocina. Pero ya veis que es un buen regalo, sencillo y dulce. Y un último consejo, sobre como vencer la dichosa pereza que nos impide no solo hacer un regalo como este a un ser querido, sino también dedicarnos a nuestras obligaciones, a nuestra familia en las cosas del día a día, o a Dios mismo1… ¡Simplemente ponte ya a ello! Y no olvides que como decía Santa Teresa, también entre los pucheros anda el Señor.


Nota 1 – «Se puede pecar de diversas maneras contra el amor de Dios. La indiferencia descuida o rechaza la consideración de la caridad divina; desprecia su acción preveniente y niega su fuerza. La ingratitud omite o se niega a reconocer la caridad divina y devolverle amor por amor. La tibieza es una vacilación o negligencia en responder al amor divino; puede implicar la negación a entregarse al movimiento de la caridad. La acedía o pereza espiritual llega a rechazar el gozo que viene de Dios y a sentir horror por el bien divino. El odio a Dios tiene su origen en el orgullo; se opone al amor de Dios cuya bondad niega y lo maldice porque condena el pecado e inflige penas.» Catecismo 2094.

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