“Ten en cuenta que cuando tengas algún problema, puedes contármelo. Estoy para ti. No tienes solo que darme tu faceta buena, quiero tus dificultades, tus problemas, tus debilidades…”
Transcribo este audio de él que puede parecer una obviedad porque lo propio de dos personas que se quieren es apoyarse en lo bueno y lo malo. Sin embargo, cuántas veces me cuesta creer esto y me escondo detrás de máscaras: para dar la talla, para mostrarme fuerte, para ocultar lo que a mí no me gusta… Cuántos años parapetada tras estas caretas que me daban una falsa seguridad pero que no lograban consolarme cuando venían las dificultades. Y justo en mi trinchera aparece el Amor, que me invita a quitar las máscaras y que viene a dármelo todo. Un Amor ante el cual no tengo que dar la talla, libre, sin complejos. Suena bien ¡pero qué difícil dejarse amar! Es un ejercicio realmente duro para mí quererme en mis imperfecciones, pero, si yo no lo hago, no dejo que los demás me quieran tal y como soy. Este Amor, que es Dios, invade cada recoveco de mi ser -si yo le dejo- y es capaz de amar incluso lo que yo rechazo. Y este amor, a escala humana es lo que queremos vivir en el matrimonio y hemos aprendido a degustar en el noviazgo: que en esta dimensión del Amor no hay que dar la talla, que nos despojamos de las máscaras para amar(nos) y dejamos amar con todo lo bueno y lo malo.

No te cubras
En una sociedad repleta de filtros vamos a volver al original, a nuestros orígenes, donde hay alegrías y tristezas, a las ojeras, al reconocimiento humilde de que no soy ‘super woman’ y de que en pijama todo el día se está muy bien. Y nos vamos a querer bien así, porque no amamos al otro por lo que es en sus estudios, su trabajo o con los amigos, sino que lo amamos como persona, con sus éxitos y fracasos, abrazando cada golpe que la sociedad rechaza. Acariciando cada herida que los demás taparían con un filtro. Y, cuando logras aceptar esto, y te dejas querer tal y como eres, cuando tiras las máscaras y borras los filtros, entonces, puedes probar este Amor. Un Amor que lo supera todo. Un amor que quiero -y queremos- experimentar.