En esta entrada abordo un tema delicado pero que a la vez siento la necesidad de tratar. Y es el de los hijos, y más concretamente, cuando estos no llegan.
Porque tienes la boda, la casa, el coche, el trabajo… y coges el volante, te planificas, decides. Y vas avanzando por la carretera, y vas mirando las señales y en ninguna salida están los hijos, y empiezas a sospechar. Y recuerdas que no debería ser tan difícil ver la salida cuando tanto te han hablado de ‘evitar’ cogerla. Y te adelantan por la derecha y tú sigues ya nerviosita porque en tus planes esa salida ya debería haberse anunciado -porque es ‘lo que toca’- y ahí sigues en la carretera…
Posiblemente ahora se alcen voces que digan que por qué nos preocupamos si aún es pronto (llevamos algo más de un año casados). Sin embargo, a cada persona (o pareja) este tema le puede afectar y puede vivirlo de un modo distinto. En esta entrada os cuento cómo estoy viviendo este tema por si el Señor se sirve de ella para ayudar a alguien.
Recuerdo que cuando empezamos a anunciar que nos casábamos algunas personas me hicieron el aviso -con buena intención, quiero pensar- de que nos esperáramos a tener hijos. Que disfrutáramos juntos. Que una vez llegan los hijos, todo eso se echa de menos. Y yo respondía, como se suele decir ‘Cuando Dios quiera’. Aunque en el fondo sabía que esa era la única verdad.
Ahora, cuando ha pasado ya un año desde la boda, esa misma gente pregunta -no sin mala intención- que para cuándo los niños. O van más allá y te dicen que cuando menos lo esperes vendrán (cuando llevas años monitorizando ciclos hay poca sorpresa) o que no te estreses que es peor… u otros tantos comentarios que habréis oído en alguna ocasión. Y yo, con más convencimiento aún que la primera vez, les respondo lo mismo: ‘Cuando Dios quiera’.

Y es que es algo que está totalmente en Sus manos. Durante toda la vida nos hemos proyectado, hemos sacado adelante nuestros estudios, hemos conseguido nuestras metas, hemos preparado al detalle nuestra boda y decorado como hemos querido nuestro hogar. ¿Y los hijos? Vaya, eso se escapa de nuestros planes, es demasiado. Y nos topamos con que, aunque a veces nos lo creamos, no somos dioses. Que no podemos tenerlo todo bajo control (y esta idea cobra mayor peso ahora en la situación de crisis que estamos viviendo).
Ante esta realidad ¿qué hacer? ¿desesperarnos y maldecir? ¿obsesionarnos y dejar de lado a los que nos rodean? Ciertamente es un tema muy delicado y quienes llevan muchos años de búsqueda sabrán lo que es, pero creo que la clave es hacernos pequeños y confiar. Confiar en Aquel que da la vida. Aquel que sabe qué es lo mejor para nosotros en cada momento. Aquel que conoce los anhelos más profundos de nuestro ser. Reconocer que los hijos son un don, un regalo, no algo que pueda hacerse realidad por nuestras fuerzas.
Sin embargo, esto no es fácil. Y además, hay alguien que acecha al más mínimo detalle para romper en pedazos esos pensamientos. Alguien que, cuando te dice una amiga que está embarazada, te susurra al oído que tú nunca podrás decir eso. Y te ciega, y te impide en ese momento poder bendecir y alegrarte con ella. Y además, si le das coba y no lo cortas rápido, acabas sumida en: ‘soy un monstruo’ ‘es culpa mía’… Y mientras, el maligno se complace.
En este tema, creo que es donde más sentido tiene el título de nuestro blog. Es una historia de tres. Del marido, de la mujer y de Dios. Ellos saben realmente qué sucede, qué problemas de salud puede o no haber, pueden discernir en un momento dado si conviene o no… Y en un determinado momento, algunos comentarios hechos con buena intención pueden resultar dolorosos. Y es importante comprenderlo.
La paternidad y la maternidad son un don que no viene exclusivamente ligado a tener hijos biológicos. Se expresa de muchas otras formas también preciosas. Y Dios, que conoce nuestro corazón y nuestros anhelos, podrá colmarlos a su tiempo y a su modo si nos dejamos hacer. Si nos hacemos pequeños y acogemos Su voluntad. Si le dejamos ser el conductor y que nos lleve por donde Él quiera. Y disfrutar del camino. Y admirar el paisaje. Y apretar fuerte la mano de tu compañero de vida. Y quererse mucho. Y que sea lo que Dios quiera.
Toda la razón!!La verdad que mientras lo leía me identificaba muchísimo porque llevamos años en esta situación y no es nada fácil porque siempre piensas… cómo te va a pasar a tí?Si todo el mundo tiene hijos y es lo más natural…Pero efectivamente tener hijos es un milagro y un don de Dios.Solo Él sabe cuando es el momento oportuno y si no lo es es…El sabrá más. Pero hay que confiar y estar muy unidos.
Muchas gracias por este testimonio y ánimo a todos los matrimonios que estén pasando por esto!
Muchas gracias por tu comentario Carmen 🙂 La verdad es que cuanta más información leo sobre el tema, más claro tengo que es un regalo de Dios y que es un auténtico milagro.
Muchísimo ánimo en este camino, como bien dices, «Él sabe más». ¡Un abrazo!
Que bendición que podéis hablar de este tema de manera tan simple. Dios está en control de todo! Gracias!
He podido observar varias veces recién que es un tema muy difícil especialmente en los circulos cristianos, el maligno actúa mucho y hace mucho daño! Oro que nos os pasa.
Os quiero mucho!
¡Qué alegría leerte Lisa! Esta entrada está viajando mucho más que nosotros 😉
Como bien dices, yo creo que es un tema que debería cuidarse mucho en ambientes cristianos porque es ‘especial’ para que entre la maldición. Es importante desde la Iglesia pensar en los niños y en su Fe, por supuesto, pero también cuidar mucho a esos matrimonios que viven esa situación para que puedan sentirse acogidos en su Cruz.
Te mandamos un abrazo muy fuerte, cuídate!!
Me has emocionado! Qué testimonio tan precioso y cuánta humildad. Has abordado este tema de la mejor forma posible, cuánta delicadeza!! Os tendré en mis oraciones. Me encanta el blog. Un fuerte abrazo
Muchísimas gracias por su comentario y especialmente por sus oraciones. Nos alegra que le guste el blog 🙂 ¡Un abrazo!
¡Mucho ánimo! Nosotros sabemos lo que es. Se sufre mucho pero Dios siempre está ahí y pone ángeles en el camino para discernir en los momentos del camino dónde no ves salida.
¡Muchas gracias Carmen! Qué importantes son esos ángeles… gracias por vuestro testimonio, espero que estéis todos bien 🙂 ¡un abrazo!
Toda la razón! Hay personas que opinan de algo que no deben, y no piensan todo lo que puede haber detrás de una pareja que no puede tener hijos, se lanzan a comentar pudiendo hacer daño. Muy bueno el post! Saludos
Gracias por tu comentario Sara! Pues sí, cada pareja sabe cuál es su realidad y a veces es más prudente no hacer ciertos comentarios 🙂 un saludo!