Llevamos ya varias semanas de confinamiento en casa y podemos caer en el error de hacer de nuestro sofá nuestro mundo. Y os lo digo con conocimiento de causa, ya que los primeros días los pasamos ahí. Desde primera hora de la mañana y hasta bien entrada la noche, en el mismo sofá teletrabajábamos, rezábamos, leíamos y veíamos alguna película o serie. Esto hacía que los días pasaran más lentos y nos dejaran con la sensación de no haber hecho nada…
Por eso, como más vale tarde que nunca, os comparto lo que hemos hecho para tratar de paliar esto. Es un gesto sencillísimo (puede que os parezca incluso absurdo) pero a mí me está ayudando. Simplemente, le hemos dado la vuelta al otro sofá que no usábamos y lo hemos puesto de cara a la ventana. La distribución de nuestro salón así queda un poco extraña, pero responde mejor a nuestras necesidades y no a la estética. Poniendo así el sofá hemos conseguido crear un espacio más íntimo que nos ‘separa’ del comedor. También hemos usado una mesita auxiliar para crear un pequeño oratorio. De ese modo, en ese espacio es donde rezamos o donde leemos. Ahí no se trabaja ni se ven noticias. De ese modo, nos ayuda a ‘desconectar’ y crea otro ambiente propicio para la oración.

También hemos usado una de las mesas de las que os hablé el otro día para instalar ahí nuestra oficina, ya que la mesa del comedor está ocupada por nuestro puzzle imposible de 2.000 piezas…
De ese modo, ahora en el sofá solo vemos series y películas y así no tenemos la sensación de estar todo el día ahí estancados. Por cierto, es desde ahí donde estamos viendo estos días películas con valores en la plataforma Famiplay y contenidos cristianos de Youtube bien organizados desde TeleCatólica. De la cual os hablamos en esta entrada hace un tiempo ¡Muy recomendables ambas!
Además de todo esto, nos ayuda tener un horario que intentamos cumplir en la medida de lo posible. Así, cada cosa tiene su tiempo y su espacio.
¿Cómo os organizáis vosotros estos días?