Todo noviazgo cristiano existe en función de un posible matrimonio cristiano, pues los cristianos no salen juntos por salir, sino para conocerse y descubrir si ese o esa persona es la que Dios ha pensado para ti. Por eso, como novios, nosotros nos planteamos las cosas que implican formar un matrimonio cristiano. Cosas que iré comentando en una serie de artículos sobre el mismo. Y la primera y más obvia de ellas es la fidelidad.

El amor es fiel
El amor conyugal exige de los esposos, por su misma naturaleza, una fidelidad inviolable. Esto es consecuencia del don de sí mismos que se hacen mutuamente los esposos.1 Sin embargo, hoy en día se ve a menudo como «se acabó el amor», «me gusta otr@ más», «ya no es lo mismo de antes» u otras cosas similares. Y esto pasa porque el enamoramiento es un mecanismo biológico que implica a las hormonas y al cerebro, muchas veces de forma involuntaria.
Sin embargo, el enamoramiento no es el amor, pues lejos de ser una inclinación instintiva, el amor es una decisión consciente de la voluntad2 que busca siempre el bien de la otra persona por encima del de uno mismo. Y no hay «cosa» física más grande que puedes darle a la otra persona que tu propio cuerpo en exclusividad para el amor. Por eso, el propósito del amor es siempre entregarse fielmente uno mismo al otro. Y no es nunca, aunque muchos lo vivan así, una recepción de sentimientos, afectos y placer para sentirse uno mejor. Pues el amor nunca está en función nuestra, sino del otro. Y si no se vive así… llegará un momento donde dejará de ser fiel: cuando otr@ te «ofrezca» más sentimientos, afectos o placer.
Por eso, la Iglesia reprueba las infidelidades del cuerpo (ligues de una noche, fornicación, adulterio, segundos matrimonios, impudor, masturbación, etc) y las infidelidades de la mente (pornografía, fantasias, deseos y pensamientos impuros, etc). Pues Dios nos llama a ser fieles en todo momento a la persona con quien nos ha unido (o nos va a unir). Y esto muchas veces puede ser difícil, pues implica un serio combate contra los propios instintos y pasiones. ¡Y de eso nosotros somos testigos! Sin embargo, el resultado es un paso firme hacia el verdadero amor cristiano y hacia el matrimonio cristiano… ¡Y esas dos cosas merecen la pena! ¡Pues también de eso somos testigos!
Por eso… ¡Alégrate! ¡Estas claves son una buena noticia! ¡Puedes vivir una relación diferente! Y así la vivimos nosotros… ¿Y tú? ¿Te interesa esta forma diferente de vivir las relaciones?
Nota 1 – Catecismo de la Iglesia Católica 1646. Librería Editrice Vaticana.
Nota 2 – Discurso del santo padre Juan Pablo II a los jóvenes reunidos en el parque de los príncipes. Domingo 1 de junio de 1980. Librería Editrice Vaticana.
Me ha encantado el artículo!! Totalmente de acuerdo. Enhorabuena por llevar un noviazgo así 🙂
Saludos Sara,
Muchas gracias por tu comentario. Vivir un noviazgo cristiano es una experiencia que recomiendo a todas las parejas y por eso escribo sobre ello. Que Dios te bendiga.
La paz. Él.