Está casi acabando el verano y con septiembre asomando empieza la búsqueda desesperada de última hora de pisos compartidos para estudiantes, becarios y demás. Y como no puede ser de otro modo, yo estoy dentro de ese saco de los de ‘última hora’. Pero empecemos por el principio y bendiciendo, que es lo más importante, y es que el Señor me ha concedido en este último tiempo un trabajo en mi tierra que reduce ‘La distancia que nos separa’ en 111km, que sigue siendo mucha para nosotros pero no está tan mal.

Se busca hogar
En definitiva, con mi nuevo trabajo, esta vez en una capital más pequeña, necesito formar un nuevo hogar y la verdad es que con la experiencia de este último curso ‘Hacer del piso de estudiantes un hogar’ el listón está muy alto, pero hay que dejarse sorprender.
Sin embargo, muchas veces nuestros planes no son los de Dios y construimos casas en terreno arenoso que al final se derrumban porque no hemos tenido en cuenta al Señor. Entusiasta como soy , me había lanzado de lleno a buscar pisos en páginas de alquiler, en grupos de Facebook, en buscadores de las universidades… y perdí horas y horas viendo fotos, enviando correos y demás. Hasta que concerté una cita en un piso que me pareció perfecto, y además, que compartiría con una de mis compañeras de piso del curso pasado. Todo me había parecido providencial y ya pensaba en que viviríamos en ese piso, me imaginaba cómo lo decoraría, cómo iría al trabajo, incluso la parroquia que más cerca tenía…
Y sin embargo, tras una llamada dos días después, veo que nos quedamos sin el piso, que se nos han adelantado. Y siento rabia hacia el casero y no dejo de pensar en la ‘injusticia’ que nos han hecho. Y así como mi casita en la arena se derrumba, me derrumbo yo, mientras veo que agosto pasa y que septiembre está a la vuelta de la esquina. Y mientras me derrumbo, maldigo sin parar y me invade una sensación de impotencia que incluso me preocupa. Solo por un piso.
Entonces, en mi desesperación, él me recuerda la cita que nos salió al azar justo en la oración de la noche anterior:
A Aquel que tiene poder para realizar todas las cosas incomparablemente mejor de lo que podemos pedir o pensar, conforme al poder que actúa en nosotros, a él la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones y todos los tiempos1.
Y es ahí cuando pienso: en verdad no he contado con Dios en estos planes, no he puesto en sus manos esta intención, no le he pedido que me allane los caminos. Si no haciendo eso, había salido un piso perfecto a mis ojos, ¡cuán bueno será lo que venga de Él! Y también hice memoria de mi historia, de cómo el curso pasado me regaló un piso y unas compañeras que yo jamás hubiera imaginado ¡Qué rápido me olvido de las obras que Él hace en mi vida!
Así que aquí seguimos. Sin piso pero con paz. Poniendo remedio a las dificultades y construyendo los cimientos férreos, sobre la roca, de un piso que aún no tenemos pero que confío que llegará y será mejor de lo que hubiera imaginado y pedido.
Y bueno, quizá hay gente que crea que me preocupo demasiado, que hago un drama de algo tan minúsculo (qué le vamos a hacer, soy así…), que da igual con quien viva, que hay habitaciones a patadas… pero, de verdad, no sabéis lo importante que es compartir además de cuatro paredes, la Fe. Y yo, después de experimentarlo, no me conformo con menos, y recuerdo las palabras que el Santo Padre nos decía en la JMJ de Madrid 20112:
Si permanecéis en el amor de Cristo, arraigados en la fe, encontraréis, aun en medio de contrariedades y sufrimientos, la raíz del gozo y la alegría. La fe no se opone a vuestros ideales más altos, al contrario, los exalta y perfecciona. Queridos jóvenes, no os conforméis con menos que la Verdad y el Amor, no os conforméis con menos que Cristo.
Así que, aunque cueste, quiero poder vivirlo. Porque en mi día a día tendré sufrimientos, injusticias en el trabajo, días malos… pero también alegrías, buenas noticias y querré llegar a casa y poder compartirlas, tener una Palabra que me dé luz, como hizo él conmigo. Y por eso, vale la pena pelear un poquito ahora en la ‘búsqueda de un hogar’.
Nota 1 – Epístola a los Efesios 3, 20s. Biblia de Jerusalén.
Nota 2 – Homilía del santo padre Benedicto XVI con ocasión de la vigilia de oración con los jóvenes de la XXVI jornada mundial de la juventud. Sábado 20 de agosto de 2011. Libreria Editrice Vaticana.
Ohhh 💛
Estoy totalmente de acuerdo con este artículo. Ahora tenemos expectativas MUY altas…
No hubiera pensado nunca tener una experiencia tan increible en Madrid, una bendición tan grande con vosotras. Y ya se lo que es compartir más que paredes 🙂
Siempre hay que confiar en Dios, porque él nos sorprende con sus planes que tiene para nosotros, aunque para mi también resulta difícil vivirlo en el día día.
Estoy segura que vas a encontrar el lugar donde el te quiere, ahora.
Un abrazo!
Gracias por tu comentario y por leernos!! Y gracias por este curso tan especial, que Dios te siga bendiciendo y acompañando allá donde estés. Un abrazo!