El primer año de casados está lleno de muchas primeras veces. Todas las celebraciones que hasta entonces habíamos celebrado con nuestras respectivas familias o amigos se abren a la nueva realidad del “nosotros”. Todo se renueva. Y la Semana Santa y la Pascua no han sido menos. Por primera vez hemos vivido como matrimonio estos días tan intensos e importantes.
Personalmente, para mí ha sido una ayuda enorme tenerle al lado, porque muchas veces ha luchado contra mi pereza y ha tirado de mí para rezar juntos, para ir a los oficios, para ayunar… Y no lo ha tenido fácil. Y es que, la batalla que se ha librado ha sido importante, porque el maligno sabía que estos días no eran ‘unos días cualquiera’ sino que son la fuente de la cual bebemos, la que alimenta nuestra fe y nuestra esperanza. Por eso, se ha valido, en primer lugar de una meteorología muy adversa, de prácticamente todos los días de ‘sofá y mantita’, de esos que miras por la ventana y dices “Uf…”, que es un rollo salir de casa, porque hace frío, viento, te empapas, se te rompe el paraguas…
También se ha valido de mi ‘buen humor’ cuando tengo sueño, cuando estoy cansada o cuando tengo hambre, así como de mis pensamientos de “estamos de vacaciones, tengo derecho a dormir más y a hacer lo que me dé la gana”. Pero, sin embargo, él ha tenido muchísima paciencia conmigo, incluso en los momentos en que ni yo misma me aguantaba.
Como resultado, he vivido una Semana Santa como nunca. Porque yo era de ‘cumplir’, de ir al Oficio, que es lo que tocaba y ya, y, sin embargo, hemos podido vivir juntos casi todas las oraciones de nuestra parroquia. Y es que… ¿acaso hay otro plan mejor para esos días?
Para nosotros, es una necesidad vivir estos días con la intensidad que toca. El triduo no puede ser vivido como una actividad más, que dura solamente el tiempo que permanecemos en la Iglesia y después ‘desconectamos’, sino que tiene que estar presente en todo lo que hagamos ese día, en las oraciones, en nuestras conversaciones, en nuestra forma de cocinar, en nuestro ocio… Y esto es algo que descubrí en una Semana Santa maravillosa que pasé junto a las hermanas Agustinas de la Conversión, en Ávila, ¡porque estábamos metidos de lleno, 24 horas, en ese ambiente! ¡Todo hablaba de lo que revivíamos cada día!

Feliz Pascua de Resurrección
Además de la primera Pascua como matrimonio, también ha sido la primera tras el fallecimiento de mi padre. Este acontecimiento también ha hecho que haya vivido de forma diferente la Vigilia Pascual, y es que antes caía en el error de ver la Resurrección como algo difuso, abstracto, algo que estaba muy bien pero no iba conmigo o que muchas veces no experimentaba. Pero este año, al estar tan cerca de la muerte, he deseado con ansia que tomara forma, que se hiciera realidad con mi padre, que pudiera experimentar con alegría y con hechos concretos que ¡Cristo ha vencido a la muerte! Y, aunque de una forma física, no lo puedo ver, Jesús ha pasado por nuestra familia resucitado, confortándonos en todo momento y dándonos Su paz, que es la única en la que podemos descansar en momentos así.
¿Qué pasa si se pierde el foco?
Antes he comentado que por nuestras tierras ha hecho un tiempo horrible precisamente los días de vacaciones, así como mi pensamiento de “estoy de vacaciones, tengo derecho a hacer lo que me dé la gana”. Y es algo que he estado reflexionando estos días. ¿Cuál es el motivo de estas vacaciones? Tristemente, cada vez hay más gente que no tiene ni idea del motivo de estos días no lectivos. Muchos jóvenes que no saben lo que es ni la Semana Santa ni la Pascua. Pero que oye, tantos días sin clase están genial. Por eso, cuando se ha perdido el foco de lo que realmente importa estos días, de lo que estamos celebrando, cualquier pequeña cosa que ‘arruine’ esos días de vacaciones a los que ‘tengo derecho’ nos amarga los días.
Y bueno, aunque yo también prefiero que haga buen tiempo y me da mucha pereza salir cuando llueve, he visto la lluvia de estos días como una bendición, a parte de para los cultivos, que lo necesitan, para mí, porque hasta la climatología nos ha ayudado a entrar en el misterio de la Pasión, ¡hasta el cielo ha llorado la muerte de Jesús! Ha sido una pequeña prueba para tener más celo por asistir a los oficios, por defenderlos, a pesar de las inclemencias meteorológicas. Y en cambio, hemos vivido la Octava de Pascua con un tiempo estupendo, en plena naturaleza, disfrutando de la obra del Creador junto a toda la comunidad parroquial.
Sin embargo, si se ha perdido el foco o, si, simplemente, ya no hay foco, hay vacaciones sin más, el resultado son titulares con las pérdidas millonarias en el sector turístico que copan las portadas de los periódicos y enfado en grupos de amigos de Whatsapp porque los planes que se han hecho no salen como uno quiere por la lluvia… Y aunque obviamente no me alegran las pérdidas en el sector, ni que se tuerzan tantos planes… me entristece ver que la noticia que ha salvado la Humanidad, lo que permite que puedas acoger con alegría los acontecimientos que te pone la vida, lo que te da la Vida (porque a nosotros nos la da), quede relegado, difuminado, se pierda… y
por supuesto, no ocupe ninguna portada.
Por eso, no nos quedemos quietos ¡Cristo ha resucitado! y tenemos alrededor muchísima gente que necesita conocer esta gran noticia, ¡que tú se la comuniques! Tantos amigos, familiares, compañeros de trabajo… ¡No te calles! ¡Ánimo!