
Hace unos días fue mi cumpleaños y era la primera celebración estando ya casados. Si os soy sincera, a mí las celebraciones -y en especial el día de mi cumpleaños-, no me gustan mucho -no porque me hago vieja, que también- sino porque me invade la nostalgia y la tristeza al pensar en todas las personas que quisiera que estuvieran conmigo y no están. Y más este año.
Lo bueno es que, como me quité la fecha de Facebook, mucha gente no se acuerda y así no ando pendiente de contestar mensajes en el móvil, que todo tiene sus ventajas.
Pero a lo que iba, aunque me ponen un poco triste esos días, tenía cierta ilusión por ver los planes de mi marido, que el pobre había ido de cabeza esa semana con cosas del trabajo, de la parroquia… y quería que fuera un día alegre para mí.
Yo ya le dije que no quería fiestas ni multitudes, y me sorprendió con una comida en un restaurante #glutenfree que me encanta con la compañía de mis compañeras de piso ¡con Skype desde la India incluido! Fue un regalo y una ‘diosidencia’ vernos de nuevo porque cada una vive en una ciudad y país distinto. Ya por la noche, cuando mi plan era apalancarme en el sofá, tuvimos cena sorpresa con mi madre y mi hermana, que también me encantó compartir ese día con ellas.
Otra cosa que me gustó mucho fue uno de los regalos que me hizo, de la maravillosa tienda The Fishermen. Una libreta personalizada con nuestros nombres y una ilustración que, cuando vi por primera vez, me enamoró. Pero lo importante no era la libreta en sí, sino su propósito: escribir en ella las cosas buenas que pasen cada día para poder releerlas cuando vengan los nubarrones. Que en mi caso vienen a menudo porque soy una dramas.
Mi profesor de clarinete decía que valía más lápiz corto que memoria larga, y yo soy muy dada a olvidarme de cosas importantes. A no ser que las ponga por escrito, lo cual me cuesta.
Por eso, como también soy de ese tipo de personas que se motivan con cosas de papelería monas, tengo el firme propósito de usar mucho la libreta (¡id preparándome otra!).
No hay que poner cosas impresionantes, ni espectaculares, aunque, si pasan y son buenas ¡estupendo! pero por ejemplo, una cosa bonita que me pasó el otro día fue que mi marido y yo, ‘extraña y providencialmente’ llegamos casi a la vez del trabajo y él, que llegó unos minutos antes e intuía que yo no tardaría, se puso en medio de la carretera para guardarme una plaza de aparcamiento a la puerta de nuestra casa. A mí, que me genera cierta ansiedad conducir y aparcar, me alegró vérmelo reservando un sitiazo delante de casa, me encantó saludarle en la calle y subir juntos a casa hablando sobre cómo había ido el día.
Como veis, no hay que buscar cosas ordinarias, sino buscar las cosas buenas en lo ordinario, en lo de cada día. Y mirar al Cielo y dar gracias. Porque al final sé que los que no estaban, están más cerca de mí que nunca. Y porque no hay que olvidar cada regalo y cada detalle de Amor que Dios tiene conmigo, a través de tantísimas personas. Así que esta libreta será un arma poderosa, un argumentario potente para que, cuando venga el demonio a atacar, a susurrarme que las cosas no están bien hechas, pueda decirle ¡NO, te equivocas! y darme cuenta de todo lo bueno que hay en nuestra vida.
¿Os animáis también a empezar una lista de cosas buenas?
Me encanta la idea de la libreta de agradecimiento!!
También tenéis a un blog entero para acordaros de la gracia de dios en vuestra historia 😊 y a nosotros nos encanta y nos anima también!
Muchos besos de India jaja!
Lisa
Qué alegría leerte!
Sí, es una muy buena idea lo de la libreta!
Y por supuesto el blog! A veces me imagino a mi marido y a mi dentro de unos cuantos años, escribiendo todavía por aquí y me hace mucha ilusión. Y si seguís acompañándonos con vuestra lectura, es una maravilla 🙂
Un abrazo fuerte internacional!